jueves, 12 de febrero de 2009

FEBRERO 2009


. . . Don Orione utilizaba y repetía una pequeña expresión latina “Nunc incipio”, es decir “ahora empiezo”, precisamente para recomendar este reemprender desde Cristo.
Nunc incipio. En tu Nombre –en nombre tuyo, Jesús”, ¡hoy empiezo! Que sea renovado el corazón, manantial del que brota el amor puro a Dios y al prójimo.
Nunc incipio, hoy comienzo una nueva vida, una vida santa. Todo aquello que hagáis a los pobres, a los pequeños, lo hacéis a Nuestro Señor mismo. No es una idea mía. Jesús mismo ha dicho: “todo aquello que hagáis al más pequeño de estos lo tendré como hecho a mí”.
Nunc incipio. Con la aceptación de las exigencias del amor de Dios que me reclama fidelidad a los tiempos y modos de relación y de oración.
Nunc incipio. A cultivar la caridad fraterna en comunidad, porque ella desvela la caridad de Dios, la purifica, la alimenta.
Nunc incipio. Respondiendo a las llamadas de la caridad pastoral, educativa y asistencial que forman el tejido estable de mi vida, donde quiera que esté y a cualquier edad que tenga.
Nunc incipio. Evitando la excesiva burocratización e “informatización” en las relaciones y en el servicio a las personas, tanto en la parroquia como en el Cottolengo o en la escuela.
Nunc incipio. Al lado de la caridad mediada (= organizada, institucionalizada) encontraré tiempos y modos de caridad inmediata (= directa, personal, cara a cara) hacia los pobres.
Nunc incipio. No me defenderé de una vida incómoda, “rota” por los imprevistos de la caridad, por las necesidades de los otros, abierta a los hechos y las personas.



(De la circular: "Ver y servir a Cristo en el hombre", enero 2009)

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