jueves, 11 de diciembre de 2008

DICIEMBRE 2008

DE LOS ESCRITOS DE DON ORIONE

Hoy, en el mundo entero, se celebra la “Navidad”, la “Sagrada Noche” del “nacimiento de Jesús”. Y en todas partes hay una alegría serena, una gran, universal alegría. Es la dulzura de dios que se hace sentir, es la santa potencia de la bondad del señor, que es mas grande, ¡oh, si! Mucho más grande y duradera que el ruido de todas las batallas del mundo, de todos los conquistadores de esta pobre tierra. La bondad del señor nos atrae sacándonos los áridos y dolorosos extravíos de la vida; la celeste claridad de esta mística noche santa de Navidad atrae hasta las almas mas alejadas (caminantes extraviados o desfallecientes), como atrae la claridad de la casa paterna en el bosque oscuro. ¡Oh, divina luz del Niño Jesús!¡ Ah, suave y santa bondad de Dios y de la iglesia de Dios! Hermanos, seamos buenos con la bondad del Señor y de esa manera no temáis nunca que vuestra obra se pierda: toda palabra buena es soplo de Dios; todo santo y gran amor de Dios y de los hombres es inmortal. La bondad vence siempre; a ella se le rinde un culto secreto aun en los corazones más fríos, más solitarios, más lejanos. El amor vence al odio, todo el mal, todas las tinieblas de este mundo, ¿Qué son ante la luz de esta noche de navidad? ¡Nada! ¡Delante de Jesús, y de Jesús Niño, son realmente nada! ¡Reconfortémonos y exultemos en el señor! La efusión del corazón de Dios no se pierde por los malos de la tierra, y el ultimo en vencer es El, será el Señor. ¡Y el Señor vence siempre con la misericordia! El que vence de otra manera pasa y no se habla mas de el. Pasan los reyes, pasan los conquistadores de la tierra, caen las ciudades, caen los reinos; polvo y hierba cubren el fausto y las grandezas de los hombres y los vientos y las lluvias destruyen los monumentos de sus civilizaciones. “…Los bueyes (en las urnas de los héroes) apagan las sed”, cantó Zanella. Todo pasa, solo Cristo permanece. Es Dios, y permanece. Permanece para iluminarnos, para consolarnos, para darnos con su vida la misericordia. ¡Jesús permanece y vence, pero con la misericordia!
¡Bendito sea eternamente tu nombre, oh Jesús!



El Ángel se les apareció a los pastores porque eran pobres, sencillos y piadosos; y llamados a la gruta de Belén, su corazón se enterneció ante el Niño Dios. El Señor se manifiesta a los humildes, a los puros, a los sencillos. Eran hombres de buena voluntad, y los ángeles proclamaron sobre ellos la paz. ¡Apareció el nuestro Dios y Salvador, el Mesías! Nace para salvar a todos los hombres; y su resplandor divino brilla hoy sobre nosotros, renovados por su gracia, e inundados por su luz y su paz. ¡Sólo su vida llena los corazones! El que nace es Jesús, que perdona a los enemigos, vence al mal con el bien y establece el mandato de amar a todos los hombres: Jesús, el autor de la vida, el redentor del mundo, el que da la inmortalidad. Oh Dios grande y bondadoso, Dios omnipotente y eterno, que por nosotros te hiciste niño, y nos alegras todos los años con la fiesta de Navidad, purifica nuestra vida mediante los misterios celestiales de los sacramentos; edifica en nosotros el Reino de tu santo amor y de tu paz suavísima; dirige nuestra voluntad hacia el bien y nuestras acciones según tu voluntad.

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